Un equipo de científicos del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan ha realizado un estudio que concluye que los niños que crecen con sufrimiento emocional y tienen, por tanto, una infancia complicada, sufren un envejecimiento prematuro de sus cromosomas.
El estudio se llevó a cabo con 40 niños de 9 años, elegidos según su ambiente familiar, procurando escogerlos de ambientes muy diferentes entre sí. Tras examinar las condiciones económicas de la familia, la estabilidad emocional y sentimental de los padres, la educación, así como la edad biológica real de los pequeños (midiendo la longitud de los telómeros, los extremos de los cromosomas de las células), los investigadores determinaron que los niños que habían crecido en ambientes desfavorables tenían los telómeros con una longitud similar a los que posee una persona de mediana edad.
Concretamente, los resultados del estudio revelaron que los hijos de madres que habían pasado por varias relaciones de pareja, tenían un 40% más cortos los telómeros que los que contaban con la misma estructura familiar desde que nacieron.
Esta investigación demuestra que la longitud de los telómeros indica nuestra longevidad, convirtiéndose en una prueba irrefutable de nuestro estado de salud, por lo que la falta de atención o la inestabilidad familiar en la infancia se convierten en factores claro de riesgo para nuestro organismo. Las conclusiones del trabajo han sido publicadas en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
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