Martha Heredia es solo un botón de muestra de lo que pasa con la juventud dominicana que se desenfoca, a pesar de que Dios le otorga un don y una oportunidad a cada persona para destacarse en su vida, como ocurrió con ella que pudo convertirse en la nueva estrella del canto de República Dominicana y América Latina, brillando con luz propia.
No se puede hacer leña del árbol caído, pero de los fracasos y tras pies en nuestras vidas se deben sacar lecciones que sirvan para seguir el camino emprendido y comenzar de nuevo, si es necesario.
¿Quién no recuerda cómo Martha Heredia, en aquel festival internacional de Latin American Idol, puso a vibrar a toda una región con su hermosa voz, su control escénico y su gracia, cualidades poco común en una mujer tan joven?
Martha Heredia ganó el primer lugar en un certamen regional donde participaron jóvenes no menos talentosos como ella. Fue una de las pocas veces que el país, incluidos el Presidente y los funcionarios de todos los estamentos del Estado, se convirtió en una sola fuerza para transmitir la energía que ella necesitaba en esos momentos, a los fines de que la representante de Quisqueya obtuviese el más alto pedestal. Y así ocurrió.
Dominicanos y dominicanas de todas las edades, de las distintas creencias religiosas y clases sociales se colocaron frente a sus televisores, a la misma hora semanalmente, para darle seguimiento al festival, en un acto de solidaridad que se extendió por cuatro meses, transmitido a toda América Latina y el mundo. El país le dio el aliento, la energía y la unción a una hija, con el bálsamo que solo los pueblos pueden dar cuando descubren talento y olfatean en la atmósfera que el triunfo es posible en un evento de tanta calidad como es Latin American Idol.
No son uno ni dos los testimonios de gente humilde en los 48 mil 442 kilómetros cuadrados de la nación que buscaron unos pesitos para colocar minutos a sus celulares, poder hacer una llamada por Martha Heredia a los fines de agregar puntos a la votación reservada al público y que pudiera avanzar hacia la final.
En los últimos 20 años, recuerdo cuatro acontecimientos de esa magnitud que acapararon la atención de todo el país: la solidaridad dominicana con Haití, a raíz del terremoto en Puerto Príncipe en 2010; el Clásico Mundial de Béisbol, que dominicana ganó invita a otras potencias de ese deporte, en un juego final celebrado en San Francisco, California, en 2013; las Olimpíadas de Atenas donde Félix Sánchez ganó la primera medalla de oro y la elección de Martha Heredia entre en un puñado de más de 30 jóvenes talentosos latinoamericanos.
Luego del triunfo en Latín American Idol, en 2009, Martha Heredia fue recibida en el Palacio Nacional por el presidente de la República y el Ministerio de la Juventud le otorgó el Premio Nacional de la Juventud.
Poco después de la acogida del presidente Leonel Fernández en el Palacio, recibí las instrucciones del mandatario para que diera seguimiento a una beca ofrecida a Martha para que se fuera a estudiar al exterior con todo pago, como premio por representar al país de manera brillante.
Esa promesa de Fernández no fue posible materializarla porque Martha Heredia no estaba enfocada en eso. Perdí el contacto con Martha, a pesar de que tenía todas mi coordenadas para localizarme.
En lo adelante, Martha Heredia inició un descenso de su imagen donde el escándalo público rodeó muchas de sus actuaciones. No voy a presentar un rosario de incidentes en los que la joven estuvo involucrada porque no se hace bien con eso. Solo hay que “guglear” su nombre y lo que sale a relucir es una retahíla de incidentes negativos.
Lo que sí quiero resaltar tras la condena a siete años de Martha Heredia por parte del Segundo Tribunal Colegiado de Santiago es que todo ser humano nace con la capacidad para realizar satisfactoriamente una tarea o desempeñar un cargo (aptitud).
La forma en que una persona actúa, el comportamiento que asume para llevar a cabo las tareas (actitud) es lo que determina los triunfos o los fracasos en la vida. Hay otros elementos que pueden incidir en ello, pero lo fundamental es aprovechar las aptitudes que Dios brinda a las personas y, con una actitud positiva, con trabajo, perseverancia y disciplina, conseguir las metas.
En Martha Heredia, lamentablemente, están reflejados miles de jóvenes que a pesar de tener talento para ciertas tareas, su actitud no les hace alcanzar los objetivos. Luego vienen los tropezones y las frustraciones. No soy de los que cree en la buena o mala suerte. Sencillamente, la gente se prepara y solo debe identificar las oportunidades para sacarle el mejor provecho a los conocimientos adquiridos. Si las circunstancias son adversas, también son oportunidades para seguir adelante y revertir la adversidad.
Otros factores pudieron influir para que Martha no siguiera cosechando triunfos en su joven vida. Los infortunios se pueden sortear con una actitud valiente, demostrando constancia en el objetivo final. Nada ni nadie puede contra la voluntad de una persona cuando ésta se propone llegar a una meta. Martha Heredia puede ser otra persona, pero para ello necesita del apoyo de su familia, de sus compañeras de celda, de los carceleros, de sus padres, de los medios de comunicación y de los jueces que, en una decisión correcta, la condenaron a siete años de prisión, no a 20 como pidió el Ministerio Público. Los errores se pagan caros.
Martha Heredia necesita una segunda oportunidad para que su falta de experiencia, propia de su juventud, no la lleve por los caminos que nadie quiere ver a un hijo. Estoy seguro de que muchas organizaciones se acercarán a ella, más en actitud de ayudarla que para recordarle los errores del pasado.
Diariolibre.com
RAFAEL NÚÑEZ
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RAFAEL NÚÑEZ
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