Hasta el momento, Estados Unidos estaba sobrevolando Irak sólo con drones de vigilancia, sin misiles, para recabar inteligencia sobre movimientos de los yihadistas sunitas del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), que han avanzando desde Siria y amenazan Bagdad.
Con este movimiento, el Pentágono eleva el perfil militar de sus aviones no tripulados con la intención de defender su embajada en Bagdad y a los miembros de las fuerzas especiales que han sido emplazados fuera de la fortaleza de la legación diplomática.
Estados Unidos tiene cerca de 500 militares en su embajada en Bagdad y en los centros de operación conjuntos que el presidente estadounidense, Barack Obama, ordenó abrir con las fuerzas iraquíes para evaluar la situación sobre el terreno.
Con la llegada de nuevos miembros de las fuerzas especiales a Irak, Estados Unidos ha desplegado ya fuera de su sede diplomática a unos 180 militares y tiene previsto aumentar la misión con el desplazamiento de asesores militares en el norte de Irak.
Estos asesores no tienen un rol de combate y su principal objetivo es recabar inteligencia y conocer mejor el nivel de cohesión de las Fuerzas Armadas iraquíes, que han salido en desbandada en algunas zonas tomadas por el EIIL.
La milicia sunita del EIIL ha aprovechado el descontento de la minoría sunita con el primer ministro iraquí, el chiíta Nuri al Maliki, para ganar terreno en zonas con mayoría de esas secta del islam. Mientras tanto, el desunido Ejército iraquí ha dado paso a un resurgir de milicias chiítas, apoyadas por Irán.
Irán, la gran potencia chiíta de la región, también ha desplegados a miembros de su élite militar en Irak e intenta evitar que el gobierno de Al Maliki y el orden actual desemboque en una guerra civil.
Tras abandonar Irak por completo a finales de 2011, Estados Unidos ha vuelto a operar militarmente en el país y ha nombrado al general de división del Ejército como nuevo comandante de las fuerzas estadounidenses en ese país.
Fuente: infobae.com
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