El café es uno de esos placeres que a pocos disgusta. Su aroma y su sabor marcan que sea una de las bebidas más consumidas en todo el mundo.
Pues ahora un estudio desarrollado por un equipo de investigadores del Hospital de la Pitié-Salpêtrière (Francia) ha determinado que los fumadores son incapaces de saborear algo tan sencillo como un café debido a que las sustancias tóxicas que contienen los cigarrillos obstaculizan la labor de regeneración de las papilas gustativas.
Los resultados, que han sido publicados en la revista Chemosensory Perception, confirman no sólo que el tabaco produce una pérdida del gusto, sino también un cambio en la estructura de las papilas fungiformes de la lengua, que es donde se encuentran las papilas gustativas.
Las papilas gustativas son las responsables de transmitirnos la sensación de dulce, amargo, salado y ácido y tenemos un promedio de 10.000, las cuales se van regenerando cada dos semanas, acción que disminuye con la edad. Pero no solo nos sirven para apreciar los tipos de sabores o gustos, sino también ayudan a la activación del sistema digestivo que cambia las secreciones de saliva, el ácido del estómago y los jugos pancreáticos; también mejoran los sentimientos de placer y saciedad al comer y nos ayudan a determinar la calidad de los alimentos y si están en buen estado o no.
Debido a los efectos de las sustancias tóxicas del tabaco, todo este proceso se atrofia y se confunde, conclusión a la que llegaron tras examinar a 451 voluntarios (divididos en tres grupos: fumadores, no fumadores y ex fumadores) con los que realizaron un experimento para analizar su tasa de intensidad de cara a apreciar los cuatro sabores básicos (dulce, ácido, amargo y salado), centrándose sobre todo en el sabor amargo del café. Casi el 20% de los fumadores fue incapaz de identificar correctamente los sabores, sobre todo el sabor amargo (café). Un 26,5% de los ex-fumadores no fue capaz de identificar el sabor del café; por último, sólo un 13,4% de los no fumadores no identificaron este sabor.
Estos resultados demuestran que la acumulación de algunos productos contenidos en el tabaco que se almacenan en el cuerpo puede impedir la regeneración correcta de las papilas gustativas, lo que no sólo puede afectar al sentido del gusto de los fumadores, sino también a los que ya han dejado de fumar.
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