Los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama, y Rusia, Vladímir Putin, se evitaron ayer pese a coincidir en París por las conmemoraciones del desembarco de Normandía, pero se enviaron mensajes sobre la crisis de Ucrania, el asunto que en estos momentos centra sus discrepancias.
El jefe del Estado francés, FranÁois Hollande, como anfitrión, tuvo que hacer equilibrios e invitarlos a cenar por separado con dos horas de diferencia: a Obama en un restaurante cerca de la avenida de los Campos Elíseos y a Putin en un marco mucho más formal, el Palacio del Elíseo, sede de la presidencia francesa.
Kerry y Lavrov
Quienes sí aceptaron reunirse fueron los jefes de las diplomacias de Estados Unidos, John Kerry, y de Rusia, Serguéi Lavrov, que con términos medidos reafirmaron sus posiciones sobre Ucrania.
Quienes sí aceptaron reunirse fueron los jefes de las diplomacias de Estados Unidos, John Kerry, y de Rusia, Serguéi Lavrov, que con términos medidos reafirmaron sus posiciones sobre Ucrania.
Kerry dijo que esperaba que sus discusiones con Lavrov fueran una oportunidad para conseguir una Ucrania “fuerte económicamente, con una soberanía respetada, con una independencia respetada”, que no sea “el peón en un tira y afloja entre otras naciones, sino un país independiente, soberano, con integridad de sus fronteras y de su población, capaz de actuar como un puente entre el este y el oeste”.
El ministro ruso de Exteriores, por su parte, expresó su preferencia por una Ucrania “pacífica” y “estable” en la que todos sus habitantes “se sientan iguales”, sean “respetados” y “escuchados”, en clara alusión a los prorrusos del este del país. Obama, durante la cumbre del G7, instó al mandatario ruso a que “aproveche la oportunidad” para reconducir la crisis en Ucrania.
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