Visitantes de la Copa del Mundo: bienvenidos a Brasil, la tierra del fútbol, el sol y los precios estratosféricos. Porque a diferencia de lo que ocurre en otras naciones latinoamericanas, donde el dólar todavía rinde bastante, Brasil es increíblemente caro.
Si a alguien le queda dinero luego de abonar precios exorbitantes por el pasaje aéreo y el hotel, no le durará mucho. Una caipirinha cuesta 10 dólares, una hamburguesa, 15, y una pizza con pepperoni, 35. Y estos son los valores que pagaba el brasileño incluso antes de la invasión de turistas con motivo del Mundial.
“Los precios de Río son absurdos”, sostuvo María Anda, una artista noruega que vive en Brasil desde hace un año, mientras disfrutaba del sol en la playa de Ipanema. “Me sigue gustando, vale la pena venir aquí. Pero no es el paraíso”, sentenció.
La expresión de moda en el país sudamericano es “custo Brasil”, o “costo en Brasil”, y alude a los precios generados por altos impuestos y tarifas de importación, una mala infraestructura, una buena dosis de ineficacia y una enorme burocracia.
Es normal que la demanda que produce un evento como la Copa del Mundo genere una subida de precios. Pero debido a que los valores de los productos de Brasil eran ya de por sí altos, los turistas deben prepararse para pagar fortunas y no sorprenderse si reciben bienes o servicios de mala calidad, según admite Rafael Alcadipani, profesor de Administración de empresas en la Fundación Getulio Vargas, un prestigioso grupo de investigación.
“Todo lo que compre en Brasil le va a costar más que en los Estados Unidos o Europa, pero la calidad va a ser inferior, señaló Alcadipani.
Los precios de los hoteles en muchas de las subsedes se han duplicado. La empresa TripAdvisor, con sede en Massachusetts, dice que los visitantes de Río de Janeiro serán quienes más paguen. La tasa promedio es de 445 dólares por noche, pero si se toma en cuenta la comida, la entrada a los partidos y otros gastos, quienes viajen solos a Río gastarán unos u$s682 dólares cada 24 horas.
En la escala de ciudades más caras le siguen Fortaleza y Manaos, con gastos promedio de 602 y 554 dólares respectivamente. Incluso en las subsedes más baratas, Cuiaba y San Pablo, el visitante deberá desembolsar en promedio u$s457 y 477 por día.
“Los precios son ridículos, todo subió. Lo único que puedes comprar en Brasil es una bikini, una cachaza (bebida típica) o un par de (sandalias) hawaianas”, afirmó Gillian Santos, un brasileño que vive en Bélgica y que recientemente volvió de visita a la capital carioca. “¿Cómo hacen los brasileños para pagar esas sumas? Es un escándalo”, agregó indignado.
Los motivos
Los expertos dicen que los precios están tan altos porque la oferta no satisface la demanda. Unos 40 millones de brasileños -una quinta parte de la población- se incorporaron a la clase media en la década pasada, gracias a un sostenido crecimiento económico y a programas sociales del Gobierno.
Entre los años 2009 y 2012, el salario promedio subió más del 40%, desde 8.140 dólares anuales hasta 11.630, según el Banco Mundial. Y en muchos casos, el incremento en los ingresos hizo que la gente gastase compulsivamente.
Brasil trata de proteger las industrias locales cobrando altas tarifas a casi todos los bienes importados. Por esto, si un visitante pierde algo difícilmente lo reemplace en Brasil.
Un iPhone 5 desbloqueado, por ejemplo, cuesta 649 dólares en los Estados Unidos, y 1.250 en la página de Apple de Brasil. ¿Necesita zapatillas para correr? La popular Flyknit Lunar 2 de Nike se cotiza a u$s313 en un centro comercial de Río, casi tres veces más de lo que se paga en el país norteamericano.
La lista continúa. Unos jeans Levi 501 se consiguen a partir de los 80 dólares y un Big Mac a u$s6,28, más que en la mayoría de los países. Y los precios de cremas de afeitar, jabones, pañoletas de papel y aspirinas son dos o tres veces superiores a los que se pagan en otros sitios.
“Todo es caro”, dijo Nadir Fraguas, un empleado bancario jubilado que se preguntaba en un centro comercial de Río si gastar 100 dólares en una casaca de Brasil para su nieto. “La ropa, los autos, la comida… Aquí se paga mucho y se recibe muy poco. Los precios ya estaban altos, y ahora son directamente imposibles”.
Fuente:infobae.com

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