La narcolepsia es una enfermedad neurológica que se caracteriza por una somnolencia diurna excesiva y alteraciones en el sueño REM. Esta patología tiene un diagnóstico muy tardío, de unos 6 e incluso 10 años desde que hayan comenzado a aparecer los síntomas.
Aunque en principio no es una enfermedad mortal, las consecuencias pueden ser muy perjudiciales, tanto física como psíquicamente, por lo que es concienciar a la población de cómo prevenir y tratar esta enfermedad e intentar adelantar su diagnóstico.
El principal síntoma y el más conocido, es el sueño diurno excesivo y esos ataques “irresistibles” de sueño. También es la primera causa de visita al médico, pero los pacientes suelen posponer esta consulta varios años, achacando el problema al estrés en el trabajo o a la simple falta de sueño.
Otro síntoma ya con más gravedad es la cataplejía, que es la pérdida repentina del tono muscular. Estos ataques pueden provocar accidentes o lesiones indirectas, porque, aunque suele afectar a los músculos faciales, en ocasiones también afecta a las extremidades y se pueden producir caídas que ocasionen traumatismos graves.
Estos y otros síntomas, como trastornos de la alimentación, alucinaciones o sonambulismo, no aparecen de forma repentina, sino que surgen paulatinamente lo que dificulta mucho el diagnóstico temprano de la narcolepsia.
Pero, ¿qué provoca este problema neurológico? La causa de la narcolepsia es la pérdida de las neuronas que sintetizan hipocretina, una hormona excitante que influye en la vigilia. Lo que todavía se ignora es por qué se desencadena este proceso.
Hasta el momento no existe una cura definitiva de la enfermedad, tan solo varios medicamentos paliativos para los síntomas más graves y que ayudan a quienes la sufren puedan llevar una vida lo más normal posible. En España se estima que hay unas 25.000 personas que sufren narcolepsia, aunque se estima que alrededor del 80% estaría sin diagnosticar.
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